Lara Diloy, la batuta de los nuevos tiempos

Se sorteaban instrumentos para los recién llegados y no quedaban apenas libres. A Lara Diloy (Madrid, 1986), a sus siete años, le pusieron una trompa entre manos y, si hoy es celebrada como trompista, se dirá que bendita casualidad aquella. Pero hay sospechas de que habría prosperado igual independientemente del instrumento. Porque antes le habían regalado un teclado Casio y la renacuajo sacaba canciones de oído. Por eso sus padres la acercaron al Conservatorio Manuel de Falla de Alcorcón, en busca de una extraescolar al gusto de la chiquilla. Sin mayor ambición ni antecedentes: su padre, ya jubilado, fue profesor de Primaria y la madre trabaja en el Ayuntamiento de la ciudad. Pero la hija, desde ese día, acorta plazos a la cima.

Con 16 años comenzó ya los estudios superiores y aún le restaba un curso cuando empezó a pensar en ser directora de orquesta. «Dentro de una agrupación, dependes de otros. Como director eres transmisor e impulsor». Lara es tan excepción que el pasado año ingresó en el exclusivo grupo de mujeres que han dirigido una función lírica en el Teatro de la Zarzuela, como María Rodrigo (1915), Montserrat Font (2008) o Yi-Chen Lin (2014). Ese 12 de mayo de 2022, llevó el mando musical del Don Gil de Alcalá, porque el director titular, Lucas Macías, no pudo acudir. ¿Otra casualidad? No, el talento que prospera.

Empezó esta temporada 22-23 dirigiendo a la Orquesta Sinfónica de Asturias y hoy mismo, este martes, vuelve al Teatro de la Zarzuela con la Orquesta Sinfónica de la Comunidad de Madrid. «Todo el que se acerque va a disfrutar», garantiza Lara, que ofrece El sombrero de tres picos, de Falla, como reclamo de un concierto en vísperas del 8-M. «En España la incorporación de la mujer está yendo más rápida», celebra, aludiendo a ese casi 50% en las orquestas.

Esta madrileña no sintió nunca «menosprecio por ser mujer ni que fuera una barrera», y resume: «No hay más dificultades en mi profesión que las que realmente hay en la sociedad, que las hay».

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